El cáncer puede afectar varias partes de su cuerpo, incluidos sus huesos. Comúnmente conocido como osteosarcoma, el cáncer de hueso ocurre típicamente en huesos largos, como los de sus brazos y piernas. Esta malignidad es particularmente prevalente en adolescentes, con la mayor incidencia observada en aquellos de 10 a 14 años, así como en adultos mayores de 65 años, reflejando una distribución bimodal de ocurrencia[2]. Ser consciente de los síntomas puede ayudarle a detectar esta condición a tiempo.
Aquí están los síntomas más frecuentemente observados del cáncer de hueso:
1. Dolor
Experimentar un dolor inusual en un área específica del hueso es uno de los signos más comunes del cáncer de hueso. Inicialmente, este dolor puede no ser constante. Puede notar que empeora por la noche o cuando utiliza esa parte de su cuerpo de manera continua. A medida que el cáncer progresa, el dolor tiende a volverse más constante e intensificarse con un aumento de la actividad física. Este dolor puede ser debilitante y afectar significativamente la calidad de vida, ya que puede no aliviarse con el descanso o las estrategias convencionales de manejo del dolor[5].
2. Hinchazón
Este síntoma puede volverse notable semanas después de que el cáncer comience a desarrollarse. Dependiendo de la ubicación del tumor, puede ser capaz de sentir un bulto o masa en el área afectada. Por ejemplo, si el cáncer se desarrolla en su cuello, puede formarse un bulto, lo que potencialmente causa dificultades para respirar o problemas para tragar. La presencia de una masa puede indicar una etapa más avanzada de la enfermedad, lo que requiere una evaluación médica rápida[3].
3. Fracturas
El cáncer de hueso puede debilitar los huesos afectados, aunque las fracturas no siempre son comunes. Los pacientes que experimentan fracturas debido a un tumor a menudo informan que el área estaba adolorida y que habían soportado un dolor súbito y severo allí durante varios meses antes. Estas fracturas patológicas ocurren con más frecuencia en el osteosarcoma porque el tumor compromete la integridad estructural del hueso[4].
4. Movimiento reducido
Cuando el cáncer crece en los huesos cerca de sus articulaciones, puede afectar su movilidad. En algunos casos, puede restringir completamente el movimiento en una extremidad. Si el tumor está ubicado en una de sus extremidades, puede encontrarse cojeando. En casos severos, como cuando un tumor se desarrolla en su columna vertebral, puede comprimir nervios, lo que lleva a hormigueo, entumecimiento o debilidad en sus extremidades. Esta implicación neurológica puede complicar el tratamiento y puede requerir un enfoque multidisciplinario para manejar los síntomas de manera efectiva[1].
Los síntomas mencionados anteriormente también pueden derivarse de otras condiciones, incluidas lesiones comunes. Si nota uno o más de estos síntomas persistiendo durante un período prolongado, es crucial que se haga revisar. Consultar con su médico puede ayudar a identificar la causa subyacente y delinear los pasos de tratamiento necesarios. Un diagnóstico temprano es esencial para mejorar los resultados en pacientes con osteosarcoma, ya que el pronóstico a menudo depende de una intervención oportuna y de la respuesta al tratamiento[4].
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